Zabala Chacur renunció a la lista del PJ, marcando distancia con las decisiones arbitrarias del partido y evidenciando el desgaste interno.
La política no perdona, pero tampoco olvida. Natalia Zabala Chacur, diputada nacional por San Luis, decidió no ser la figurita decorativa en la lista oficial del Partido Justicialista para las elecciones nacionales de octubre. Y lo dijo sin pelos en la lengua: no es segunda de nadie.
Con un comunicado en redes sociales, la legisladora le puso punto final a su participación como primera suplente. Pero lo que parecía una decisión personal, tiene más lecturas políticas que un manual de maquiavelismo peronista. Su salida sacudió la ya desgastada estructura del PJ puntano, que insiste en sostener referentes oxidados mientras entierra, una vez más, el voto de las bases.
Zabala Chacur no se fue en silencio. Agradeció los 4.400 avales que recibió —sí, fue la precandidata con mayor adhesión— y, en un mensaje con más filo que diplomacia, dejó en claro que el armado de la lista fue una coreografía dirigida desde las alturas. De esas en las que los verdaderos militantes solo aplauden desde la tribuna.
“Dejo un lugar en la lista, pero no dejo mis convicciones, ni mi vocación, ni mi compromiso con el pueblo de San Luis”, sentenció.
Mientras tanto, la lista oficial quedó integrada por Jorge “Gato” Fernández —sí, el mismo que perdió la interna con Poggi en las últimas elecciones—, Gloria Petrino —saltando de la Legislatura provincial a la nacional sin despeinarse— y José Farías, gremialista docente.
¿Y los otros que sumaron avales? ¿Los que sí caminaron los barrios y militaban con esperanza? Silencio de radio. Otra vez, el dedo bendice a unos pocos y castiga a los que incomodan con legitimidad.
La renuncia de Zabala Chacur no solo expone el malestar interno, sino que deja en evidencia que el “llamado a la unidad” fue, en realidad, un casting de obedientes. Porque cuando la unidad se impone y no se construye, lo único que crece es el resentimiento.
“Tomé esta decisión con total respeto al deseo expresado por la Rama Femenina del Partido”, escribió en sus redes. Una frase políticamente correcta, sí, pero también cargada de ironía, si se la lee entre líneas.
La diputada, que seguirá en su banca hasta el 10 de diciembre, no se va del partido. Pero tampoco se queda callada. “Voy a seguir caminando, militando y defendiendo este proyecto que nos contiene, nos convoca y nos impulsa a seguir transformando realidades”, dijo. Un mensaje para quienes creen que bajarse de una candidatura es bajarse del barco.
Ahora bien, ¿qué pasa con los demás referentes justicialistas? Esos que en su momento lograron representatividad real entre los afiliados. ¿También deberán arrodillarse ante el dedo? ¿O esta renuncia marca el inicio de una rebelión interna que se cocina a fuego lento?
Porque si algo está claro, es que el PJ de San Luis ya no enamora como antes. Los nombres no entusiasman, las fórmulas se repiten, y los discursos de unidad ya no convencen a nadie. El electorado joven, ese que se informa por redes y no compra el relato clásico, huele la hipocresía como un sabueso.
Zabala Chacur se bajó, sí. Pero también subió el volumen de una crítica que muchos susurran, pero pocos se atreven a decir en voz alta. ¿Quién será el próximo en romper el molde?