El exintendente capitalino Sergio Tamayo confirmó su precandidatura a diputado nacional por el justicialismo. Su video en redes, su historia política y el trasfondo de una interna inédita en el peronismo de San Luis.

Este lunes, Sergio Tamayo sorprendió al publicar un video en sus redes sociales confirmando su precandidatura a diputado nacional por el Partido Justicialista. “Quiero trabajar para construir un camino de progreso y que nos sintamos orgullosos de la provincia en la que vivimos”, aseguró con tono directo, marcando el inicio formal de su nueva campaña electoral. La novedad no solo radica en su postulación, sino en el contexto en el que se da: una interna dentro del PJ provincial, algo poco habitual en un partido históricamente verticalista y disciplinado en la provincia.

Tamayo, que ocupó distintos cargos clave en las gestiones peronistas de las últimas dos décadas, buscará volver a ocupar un rol institucional. Su trayectoria lo vincula estrechamente con el modelo político que lideró Alberto Rodríguez Saá. Amigo personal de Alberto Rodríguez Saá hijo y figura de confianza de su círculo, fue parte del Ente de Control de Rutas, dirigió el Parque Automotor, integró la fundación Sol Puntano, y luego fue ascendido a ministro de Desarrollo Social y más tarde a Turismo y Parques. En 2019 fue electo intendente de la ciudad capital y terminó su mandato en 2023.

A comienzos de este año ya había dejado entrever su deseo de regresar al ruedo. “Desde el 10 de diciembre extraño mi gestión”, confesó en una entrevista televisiva. En la misma conversación, expresó sin rodeos: “Yo sería candidato, me encanta”. En ese entonces, su nombre ya sonaba con fuerza como una figura albertista capaz de captar votos propios en la disputa legislativa de octubre.

La candidatura de Tamayo abre una nueva etapa dentro del PJ. No solo por su posicionamiento, sino porque confirma que habrá una interna dentro del partido, un escenario impensado en ciclos anteriores. “Estamos juntando los avales para participar de la interna”, sostuvo el propio Tamayo. Este movimiento agita las aguas en un espacio político que, en otras épocas, resolvía su estrategia electoral en mesas chicas sin competencia interna.

Lo que se vislumbra es que Tamayo tiene conocimiento del engranaje político del peronismo local y, además, una base territorial que podría ser clave en una campaña breve y polarizada. Pero no todos en el justicialismo celebran su candidatura. Algunos referentes de peso dudan de su capacidad de retener votos en una contienda que aún no muestra con claridad sus contendientes. Tampoco está claro si el oficialismo provincial –hoy alejado del PJ tradicional– presentará lista propia, ni cuáles serán los nombres que representen al espacio libertario, que hasta ahora mantiene silencio estratégico.

Entre quienes lo respaldan, la lectura es diferente: señalan que su gestión como intendente, en tiempos complejos como la pandemia, le dio visibilidad, solvencia y una conexión directa con los vecinos. “No desdoblamos sueldos ni dejamos de pagar a nadie, a pesar de que no se recaudaba un peso”, dijo en tono autocrítico hacia su sucesor, Gastón Hissa, a quien acusa de “falta de criterio” y “falta de empatía” en la gestión municipal.

En un año electoral complejo y con un mapa político en redefinición, la candidatura de Tamayo no es un hecho menor. Representa, en parte, el intento del PJ tradicional de reagruparse, pero también evidencia las fracturas internas de un espacio que todavía no logra encauzar su estrategia.

¿Logrará Tamayo capitalizar su experiencia y sus vínculos para volver a la escena nacional? ¿O la interna justicialista lo dejará en el camino? Por ahora, solo hay una certeza: el justicialismo de San Luis, por primera vez en mucho tiempo, se medirá puertas adentro. Y eso, en sí mismo, ya es un cambio.

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