Poggi gana sin jugar: sus referentes encabezan las listas libertarias mientras los rivales se autodestruyen y la justicia juega al árbitro.
Voy a decirlo sin vueltas: Claudio Poggi volvió a demostrar que en San Luis manda él, incluso sin aparecer en las boletas nacionales. Porque aunque no se presente, sus referentes encabezan las listas libertarias y consolidan un poder que otros solo pueden soñar.
La escena política de San Luis es casi teatral: anoche cerraron las listas y la Cámara Electoral está a punto de dictaminar posibles impugnaciones. Mientras los libertarios luchan por mantener su identidad, Poggi sonríe desde Terrazas del Portezuelo, observando cómo sus hombres avanzan sobre el tablero como fichas bien colocadas. El gobernador no necesita rugir; deja que los otros se devoren entre sí y luego recoge los frutos.
Los libertarios ya demostraron que no saben jugar cuando importa: D’Alessandro y Negri se pelean por logos, colores y frases robadas de campaña. Mientras tanto, Santiago Viola impone bloqueos judiciales, frena candidatos y pone la tapa final. La pregunta incómoda es evidente: ¿está con Milei defendiendo la pureza libertaria, o con Poggi asegurando su victoria? Porque el efecto es claro: quien pierde en San Luis no es Milei, ni el peronismo dividido, sino los libertarios locales.
El diputado Carlos González D’Alessandro fue categórico: “No vamos a entregar nuestras banderas de libertad a quienes representan la vieja política y los pactos del poder”. Y tiene razón. La amenaza no es retórica: la justicia electoral podría intervenir y transformar La Libertad Avanza en un satélite más del poder provincial, mientras Poggi sigue moviendo piezas desde la sombra.
El Congreso Provincial ya actuó: dio de baja las alianzas con figuras impuestas y presentó su propia lista de candidatos. Una decisión que defiende la autonomía libertaria, pero que al mismo tiempo muestra que el tablero político está lleno de trampas: la próxima elección podría traer nuevas impugnaciones o dictámenes de la Cámara Electoral, que decidirán si los libertarios sobreviven o son cooptados.
Mientras tanto, Poggi juega a largo plazo: aunque no figure en las boletas nacionales, sus hombres están al frente de las listas libertarias,la nómina estará encabezada por Mónica Becerra, ex ministra de Desarrollo Humano del gobierno de Claudio Poggi y referente del Departamento Pedernera, con base en Villa Mercedes.
El segundo lugar lo ocupará Carlos Almena, dirigente reconocido en el Departamento Junín, en el norte provincial, con fuerte trabajo y desarrollo político en la ciudad de Merlo. De hecho fue candidato a intendente de esa villa turística en un sublema que llevaba a Poggi como candidato a gobernador en 2023.
El tercer nombre de la lista es Dalma Guinda, una referente muy joven del Espacio Libertario en la localidad de Justo Daract, que representa el recambio generacional dentro del armado político. En 2023 fue candidata a intendenta de esa localidad en un sublema llamado «Liberal Libertario» y que tenía a Poggi como candidato a gobernador, esto deja claro que queda asegurada influencia del gobernador y que atraviese todo el proceso electoral. Es una estrategia quirúrgica: no necesita exponerse, basta con controlar desde la sombra y dejar que los otros se destruyan solos.
Los números hablan por sí solos: en las últimas provinciales, Poggi consolidó el 46 % de los votos, mientras los libertarios apenas rozaron el 15 %. “Tercera Posición” de D’Alessandro sacó 7,5 %, “Viva la Libertad, Carajo” de Negri, 7,2 %. Milei no apareció a respaldarlos y quedó reducido a un espectador incómodo. La lección es clara: los libertarios en San Luis no solo perdieron, fueron domados.
Y ahora, con listas cerradas y dictámenes judiciales posibles, la epopeya libertaria se enfrenta al colapso. Poggi no ataca; deja que la autodestrucción y la burocracia judicial hagan su trabajo. Sus referentes encabezan las listas, Viola da el visto bueno o bloquea lo que conviene, y los demás actores parecen jugar a ciegas en un tablero donde él tiene todas las cartas.
No hay que ser ingenuos: la política puntana no perdona ni la improvisación ni la ingenuidad. Mientras los libertarios defienden la pureza de su bandera, Poggi consolida control territorial, respaldo de UCR, PRO, GEN y Libres del Sur, y prepara un tablero limpio para maniobrar en las próximas elecciones. Aunque no figure, Poggi gana.
El trasfondo institucional es tan inquietante como el político: si la justicia avanza con la intervención, los libertarios locales podrían perder autonomía y credibilidad. Milei a nivel nacional podría perder un escenario clave para su narrativa de independencia. Y Poggi, de nuevo, sería el gran beneficiado: control territorial, listas afines y rivales autodestruidos.
El mensaje de D’Alessandro lo deja claro: “La libertad no se negocia. No vinimos a ser cómplices del sistema, sino a destrozarlo”. Una advertencia que, más allá de la épica, revela lo que está en juego: la legitimidad de un movimiento que nació para desafiar la casta.
En San Luis, el tablero político tiene dueño. Y aunque los libertarios intenten rugir, y el peronismo se divida, el único que mueve las piezas con estrategia quirúrgica es Poggi. Sus hombres al frente de las listas nacionales libertarias son la prueba: el poder se ejerce incluso sin aparecer, y la victoria se cosecha desde la sombra.
La conclusión es brutal: San Luis no es solo una elección; es una lección de cómo se maneja el poder. Mientras unos discuten logos y colores, otros consolidan control, alianzas y territorio. Y el mensaje final es claro: aunque Poggi no juegue, siempre gana. Y los demás, incluidos los libertarios, siguen siendo meros espectadores.