Laura Capaldo fue designada como secretaria del Programa Alimentario Nutricional Escolar. Su historial público revela más lealtades políticas que resultados comprobables.
En un movimiento que huele más a premio político que a decisión estratégica, el gobernador Claudio Poggi designó a Laura Capaldo como secretaria de Estado del Programa Alimentario Nutricional Escolar (PANE). La noticia se oficializó este lunes tras una reunión privada con la funcionaria. Una vez más, Poggi apuesta a la obediencia antes que a la experiencia técnica.
Capaldo no es nueva en el engranaje del Estado provincial. Desde diciembre de 2023, fue subdirectora de Copa de Leche y Cooperadoras Escolares, bajo la órbita del Ministerio de Educación. Una estructura donde los cargos se reparten a dedo y con lógica partidaria. En 2024, dio un salto de área: pasó a dirigir el Desarrollo Deportivo e Infraestructura de la Secretaría de Deportes, sin mayores credenciales en ese rubro.
Pero el CV público de Capaldo no termina ahí. También fue jefa del Programa de Escuelas Públicas Digitales para Adultos en la Universidad de La Punta, responsable del Plan 20/30, y conductora del Plan de Inclusión Educativa. Todos planes ligados a la gestión anterior, con escasa evaluación externa y resultados opacos. ¿Currículum de gestión o expediente de militancia?
En el ámbito privado, trabajó como docente de nivel secundario en instituciones de la ciudad de San Luis. Sin embargo, su perfil no revela una especialización en nutrición, ni políticas alimentarias. Y esa es justamente la cartera que ahora tendrá a su cargo: un programa sensible que debería atacar la malnutrición infantil, garantizar el derecho a la alimentación escolar y coordinar recursos con transparencia.
La pregunta política de fondo es otra: ¿Capaldo llega al PANE por mérito técnico o por disciplina política? La lógica poggista parece inclinar la balanza hacia lo segundo. Lo mismo ocurrió con otras designaciones recientes, donde la fidelidad al líder vale más que la formación o la trayectoria.
Para una provincia con índices preocupantes de pobreza infantil, la designación en este tipo de programas no puede ni debe responder al cuoteo. La política alimentaria escolar requiere planificación, experiencia y mirada social. No es un casillero más del tablero político.
La gestión Poggi insiste en reciclar nombres dentro de un mismo círculo de confianza. Una política de rotación de cargos que no garantiza innovación ni eficiencia. Más bien, lo contrario: consolida estructuras endogámicas y estanca la capacidad del Estado de dar respuestas reales.
Mientras tanto, las escuelas seguirán esperando refrigerios dignos, comedores en condiciones y equipos técnicos capaces de construir políticas públicas sostenidas. El desafío es grande. Lamentablemente, la designación no está a la altura.