Mientras en San Luis crecen los discursos sobre unidad y se gestan nuevas alianzas de cara a octubre, Adolfo Rodríguez Saá y el partido Todos Unidos trazan su propio camino. Sin regresar al PJ, sin candidaturas personales a la vista, pero con una mirada firme sobre el futuro del peronismo y de la provincia.
En tiempos de confusión política y discursos prefabricados sobre “unidad”, la figura de Adolfo Rodríguez Saá vuelve a emerger como faro de coherencia en San Luis. Mientras muchos dirigentes agitan una falsa conciliación entre sectores que apenas hace meses se enfrentaban ferozmente en las urnas, Rodríguez Saá y su espacio, Todos Unidos, sostienen una postura clara: no hay vuelta atrás con el actual Partido Justicialista, y sí hay una vocación firme de construir una nueva expresión peronista, con jóvenes liderazgos y con las puertas abiertas para quienes buscan recuperar valores fundacionales.
Tanto Rodríguez Saá como Delfor Sergnese coinciden en una visión política que no se ancla en especulaciones coyunturales, sino en un diagnóstico estructural: el PJ sanluiseño ha fracasado. Y no sólo por sus derrotas electorales, sino porque ha traicionado los principios de justicia social, independencia económica y participación popular. Expulsados del PJ por decisión del albertismo local, quienes hoy lideran Todos Unidos no sólo renunciaron a volver: descreen absolutamente de la conducción actual y de su repentina vocación de diálogo.
Rodríguez Saá lo dijo sin vueltas: “el peronismo debe buscar la unidad a través de un nuevo liderazgo joven, renovado, capaz e inteligente”. No se trata de nombres, sino de proyectos. De recuperar el rol del Estado como promotor del trabajo, de discutir seriamente el potencial de San Luis en la minería, de reconectar con los sectores productivos y con la juventud, que ya no se siente representada por estructuras envejecidas.
Desde una mirada más orgánica, Sergnese detalla con precisión el presente del partido: con renovación de autoridades, con la voluntad de ser parte de la coalición gobernante en San Luis, pero con la firme intención de proponer candidatos propios para el Congreso. “Por algo formamos un partido político”, señala, en una frase que marca distancia con aquellos que solo buscan listas para colgarse electoralmente sin construcción de base.
A pesar de los rumores, Adolfo no tiene previsto ser candidato. Su rol, dice, es acompañar, pensar, opinar y apoyar la renovación. En su partido reconocen que, si se presentara, ganaría cualquier interna. Pero también saben que su mayor valor hoy está en guiar, más que en ocupar un lugar en la boleta.
Todos Unidos no es una marca vacía. Es un espacio político con identidad, con militancia territorial y con una mirada crítica pero constructiva sobre la realidad. En un contexto donde la apatía y el descreimiento crecen, este partido apuesta a la participación real, al debate programático y a la apertura para todos los que quieran sumar desde una lógica de trabajo y no de cargos.
Mientras otros se enredan en acuerdos que sólo buscan salvar apariencias o salvarse a sí mismos, Rodríguez Saá insiste en algo más profundo: reconstruir el tejido político desde abajo, con una mirada estratégica del siglo XXI, con responsabilidad, con ideas y con una propuesta que trascienda el oportunismo electoral.
En definitiva, el verdadero desafío político en San Luis no es juntar nombres para una foto. Es recuperar una visión de provincia, con raíces peronistas y ojos en el futuro. En ese camino, Todos Unidos ya está caminando, sin retrocesos, sin traiciones y con la claridad que da la coherencia.